Las grandes pandemias de la Historia: Entre el miedo y la esperanza (I)…[actualidad-historia]

Médico con mascarilla (s. XIV)

Palabras claves: Historia, pandemia, Edad Media, peste negra…

Cuando me desperté todo me parecía ‘normal’…Un instante después recordé que es el segundo día bajo el ‘estado de alarma’.. Y enseguida pensé: ¿cuántas personas se habrán contagiado mientras yo dormía plácidamente ?…Pensé en el caos que se estaría viviendo en muchos hospitales; en los hombres y mujeres que vivimos solos y solas; en las familias separadas, en aquellos que ni siquiera podrán velar a sus muertos…Y me doy cuenta que aún no soy consciente de la dimensión de lo está ocurriendo. Tal vez porque se me hace demasiado grande, por desconocimiento, porque todo ha sido muy rápido (o a mí me lo parece) y por miedo, por qué no reconocerlo… Quiero creer que frente a los grandes desafíos los seres humanos nos crecemos, que en los períodos de crisis se incrementa la creatividad, se da rienda suelta al ingenio, se desarrolla la solidaridad y se fomentan otras muchas bondades…Es por eso que las grandes pandemias o crisis vienen acompañadas de profundos cambios y el resurgir de nuevos paradigmas. No es, por tanto, un sin sentido creer que si bien es cierto que lo peor está por venir, lo mejor también está por llegar…Somos parte integrante del universo, estamos interconectados, somos interdependientes…Y todas estas vivencias y las que nos toquen vivir, formarán parte de nuestro acervo cultural y de nuestra memoria personal y colectiva… Así me despierto, entre el miedo y la esperanza…

El triunfo de muerte. Peter Brue. Museo del Prado (Madrid, España) [Óleo sobre tabla, 1568]

Y así representaba Peter Bruegel, tres siglos después, los estragos de una de las pandemias más mortíferas de la historia de la humanidad. «El triunfo de la muerte» no era un título exagerado, por el contrario, acertado y acorde a las cifras que se manejan, posiblemente inexactas, si tenemos en cuenta que el recuento se efectuó en la etapa pre-estadística. El autor, inspirado en las visiones de El Bosco, representa la apoteosis de la muerte como hecho constitutivo e inseparable de la vida. A pesar de que la gran pandemia, conocida como la ‘peste negra’ o ‘peste bubónica’ se produjo en el siglo XIV, la memoria colectiva conservó tres siglos después en su imaginario social, el recuerdo macabro de aquel suceso…

Conocida como la magna pestilentia -tal y como consta en los documentos de la época- la pandemia comenzó en el Lejano Oriente aproximadamente hacia 1330. Trece años después, en 1346, aparecieron casos en Crimea. Al año siguiente en Constantinopla y el Mediterráneo oriental y de aquí a Sicilia y a los puertos del Adriático. El siguiente brote (1448) sucedió en Génova desde donde durante dos años se propagó de sur a norte con una incidencia de mortalidad muy variable. Así, mientras Londres, Florencia y París fueron las grandes afectadas. Milán, Lieja o Nuremberg, prácticamente quedaron ilesas…

Pero ¿cuál fue el epicentro, la zona cero, desde donde se inició la expansión? Las investigaciones señalan a Mesina como punto inicial de propagación. En aquel puerto había atracado el 1 de diciembre de 1347 al menos un barco proveniente del Mar Negro, repleto de marineros moribundos. Habían recalado en Caffa, hasta donde probablemente ya había llegado la peste a través de la Ruta de la Seda. Esta colonia genovesa había sido asediada por los mongoles que habían lanzado los cadáveres con las catapultas para que cayeran en el interior de la ciudad. Se cree que así fue como probablemente se contagiaron. En apenas cinco años, la epidemia pasó de París a Londres y de Barcelona a Moscú…El balance: más de 20 millones de vidas…

Mapa expansión ‘peste negra’ (s. XIV)

El enorme impacto de la enfermedad se debió a que se trataba de un huésped inesperado y letal, del que nada se sabía ni sobre su origen ni sobre posibles terapias, que afectaba a todos por igual. No podemos olvidar que la sociedad medieval era estamental y de escasa movilidad. Una enorme distancia separaba las costumbres y condiciones de vida existente entre los grupos populares, que ocupaban la base piramidal y la nobleza o el clero a quienes sostenían con su trabajo y esfuerzo. Una dieta alimentaria pésima, falta de higiene, convivencia masiva entre los miembros de una misma familia -además de compartir el espacio con los animales- parecen, a bote pronto, razones más que suficientes para considerarlos ‘grupo de mayor riesgo’ frente al estamento privilegiado, mejor alimentado, algo más higiénico (tampoco mucho más) que vivía con mayor acomodo…Sin embargo la peste no discriminó a nadie, colocando a ricos y pobres en el mismo rasero.

Enfermos de peste

Sin embargo, no fue hasta el siglo XIX que se conoció su origen, gracias a  Alexandre Yersin. Según parece, la enfermedad se producía por el bacilo Yersina Pestis, que se encuentra en las pulgas de las ratas negras. Estas, las pulgas, fueron el principal vehículo de transmisión. Cuando picaban a una persona o ésta sufría algún corte en la piel a causa materiales contaminados, el bacilo se transmitía. Una vez infectada la persona, comenzaban las fiebres, dolores de cabeza, náuseas, escalofríos, debilidad e hinchazón y dolor en los ganglios. Además aparecían bultos negros o ‘bubas’ en la piel, de ahí el apellido que acompaña al nombre de la enfermedad.

La pintura, la iconografía, la literatura y las crónicas, recogen testimonios que describen la cara más cruel de la enfermedad. Boccaccio en el Decamerón, se refiere a este pandemia diciendo: “Con tanto espanto había entrado esta tribulación en el pecho de los hombres y de las mujeres, que un hermano abandonaba al otro y el tío al sobrino y la hermana al hermano, y muchas veces la mujer a su marido, y lo que mayor cosa es y casi increíble, los padres y las madres evitaban visitar y atender a los hijos como si no fuesen suyos”…En la obra anónima Los viajes de Juan de Mandeville, el autor escribe:“parecía como si hubiese habido una batalla entre dos reyes, y el más poderoso y con mayor ejército hubiera sido derrotado y la mayoría de sus gentes asesinadas” […]. Un cronista florentino narraba: “Todos los ciudadanos hacían poco más que cargar cadáveres para que fueran enterrados» […] «En cada iglesia se cavaban profundas fosas hasta la napa de agua; y así, aquellos que eran pobres y morían durante la noche, eran recogidos rápidamente y arrojados a la fosa. Por la mañana, cuando un gran número de cuerpos se hallaba en la fosa, tomaban un poco de tierra y la echaban con palas sobre ellos; más tarde otros cadáveres eran depositados sobre ellos y entonces ponían otra capa de tierra, tal como uno hace lasaña con capas de pasta y queso.”

Alrededor de 48 millones de personas habrían fallecido directa o indirectamente a causa de la peste negra, bien por contagio, bien por abandono o por falta de recursos básicos…Y al elevado número de muertos siguieron el impacto demográfico y el económico con graves consecuencias para la población como se analizará en el siguiente post….

No obstante, la peste negra o bubónica contribuyó a un cambio en la percepción sobre la manera de vivir y morir que transformó radicalmente al hombre medieval. Europa se preparaba para romper con el viejo orden social establecido y la instauración de nuevos paradigmas que acabaron apartando a Dios del centro del universo para colocar por primera vez al hombre…El Renacimiento y el Humanismo, superadas las miserias sobrevenidas con la peste, representan la eclosión, el resurgir y el renacer de la humanidad… Y asi el miedo dio paso, finalmente, a la esperanza…