Fortaleciendo vínculos…Entretejiendo vidas…

#YoMeQuedoEn Casa

El confinamiento comienza a pasar factura. Tal vez sea demasiado pronto pues intuyo, a tenor de las noticias, que esto va para bastante largo…El paso de los días sin estar cerca de mi familia o de mis amistades comienza a hacer mella y a la reclusión se suman otras incertidumbres sobre qué vendrá después. Ya no solo preocupa cuándo podremos volver a salir sino cómo serán nuestras vidas después del coronavirus…Porque seguro que habrá un antes y un después, lo que me lleva a pensar si tal vez estemos frente una nueva forma de contar el tiempo, un nuevo cómputo para narrar la historia antes y después del covid (a.c y d.c).

Parece que fue ayer y han pasado 35 días. Recuerdo aquel 13 de marzo con mucho cariño. Fue mi último día ‘normal’ antes del coronavirus (a.c). Pasé la mañana arreglando mi casa. Salí a hacer la compra y preparé todo para compartir mi mesa con una amiga. Ella me regaló su compañía además de una pieza del pan que ella misma hizo y una botella de vino que aún no probé porque me parece demasiado bueno para beberlo a solas… Me recuerdo sentadas en el sofá riendo y bromeando, haciendo chistes con la separación que nos esperaba a consecuencia del confinamiento por el covid-19 que Pedro Sánchez anunciaría al día siguiente…Este fue mi último acto social en tiempos ‘a.c’, un día que permanecerá ligado al olor del pan, al sabor de una comida en compañía, a un albúm de fotos, a los nietos compartidos, al sabor de un vino al compás de una agradable conversación, a un pequeño paseo de vuelta a casa, a risas y, sobre todo, al abrazo cercano, lleno de sincero afecto y amistad…Por ese día: gracias amiga…

Aunque no siempre, algunas veces el cariño y la confianza no se hacen esperar. Como por arte de magia se produce una conexión instantánea y todo fluye: el afecto, la intimidad, la familiaridad…Casi sin darnos cuenta la persona recién llegada enseguida queda incorporada a la ‘familia de amigos/as’, integrándose de inmediato en esos círculos concéntricos conformados en nuestro entorno que nos arropan y reconfortan…El paso del tiempo se encarga de entretejer estos mimbres que, en ocasiones, se vuelven tan potentes e intensos que incluso superan los de la propia sangre… La amistad ahora, tal vez más que nunca, es un valor en alza, seguro y rentable del que recientemente me he apuntado algún que otro tanto. Y como creo más en la ‘causalidad’ y bastante menos en la ‘casualidad’, me muestro constantemente agradecida por las personas que tan oportunamente llegaron a mi vida…

Vivimos un tiempo de obligada distancia, una medida muy difícil de sostener para nosotros los occidentales acostumbrados al lenguaje gestual de natural cercano: Nos damos la mano, nos tocamos el hombro, nos acariciamos la espalda, apretamos el antebrazo…Gestos de afecto, de proximidad, de aprobación, de solidaridad… Y ahora, la higiene sanitaria se impone como una medida necesaria provocando un vacío que solo es posible sustituir mediante el uso de la palabra, hablada o escrita. Las palabras son ahora un instrumento necesario para vehicular, intercambiar y regular el tránsito de sentimientos, emociones y experiencias vitales cotidianas. Solo así podemos fortalecer los vínculos, entretejer nuestras vidas, sostener y afianzar nuestras relaciones…

No nos queda otra que mirar este tiempo con una mirada ‘tierna’, de cuidados delicados del nuestro cuerpo y también del alma, de contemplar los beneficios recibidos, valorar lo bueno que tenemos, recordar con ternura lo vivido y soñarla para lo que nos quede por vivir… Vaya esta hermosa ‘Sinfonía’ para quienes despiertan mi ternura y me regalan la suya…

‘La ternura’ (Sinfonía…Con letra)