Las caras ocultas de la pandemia…


Foto: mp_dcb

La normalidad, a secas, parece que vuelve poco a poco…Aunque seguimos saliendo con mascarillas y los supermercados, tiendas y bares nos sorprenden con nuevas normas y un uso diferente del espacio, aquellos días silenciosos de marzo y de abril, de ciudades calladas y calles desérticas interrumpidas sólo por las sirenas de las ambulancias y policías, van quedando atrás y comenzamos a despertar con ganas de olvidar una pesadilla que, no obstante, ya forma parte nuestro pasado más reciente…

Nadie nos hubiera convencido hace apenas medio año, en Navidad por ejemplo, con las tiendas, centros comerciales y restaurantes a tope o mientras asistíamos a la tradicional Cabalgata de los Reyes Magos atiborradas de niños nerviosos e inquietos ante su llegada…Nadie, decía, nos hubiera convencido que, apenas dos meses después, un virus paralizaría el planeta y nos confinaría durante 70 días en nuestros hogares. Y sin embargo hemos resistido: unos con más entereza, otros con más desánimo…Unos solos, otros demasiado acompañados y todos con más o menos miedo y resignación…Somos coautores de un relato que ya forma parte de la historia de la humanidad, de la memoria colectiva, la misma que dejaremos a las generaciones venideras… El calado, la profundidad de su impronta aún es pronto para conocerla. Estamos en ello. Tampoco sabremos hasta más adelante si los nuevos usos y formas de relacionarlos han llegado para quedarse, serán pasajeros o acabarán siendo puramente anecdóticos: la nueva forma de saludar, las colas, la distancia social, la limitación de aforos, las mamparas en las farmacias y tiendas, los guantes, geles de manos y las agobiantes mascarillas… ¿Pasarán también a la historia?…El tiempo lo dirá…

Hemos descubierto que nuestra capacidad de adaptación es sorprendente aunque no gratuita…La pandemia no pasará en balde para nadie. a estas alturas comienza a detectarse el rastro de ciertos ‘daños colaterales’, secuelas psicológicas, aún por determinar, algunas de las cuales la Agencia Nacional del Medicamento destapa tras publicar el subidón de ventas de fármacos prescritos para combatir las depresiones, la ansiedad y el estrés así como el claro aumento de consultas ‘on line‘ a psicólogos y terapeutas… Por otro lado, la Universidad de California, ha afirmado que a consecuencia del coronavirus la esperanza de vida en España ha caído algo más de un año…el mismo que el covid nos ha robado en nuestras narices borrandolo de nuestra expectativa media de vida… Son los primeros retazos de los efectos colaterales, caras aún sin mostrar de la pandemia …

No queda ahí la cosa. Desde el punto de vista médico, parece que el corolario de la enfermedad abarca mayor espectro de lo esperado: insuficiencias motoras que, hoy por hoy, sufren algunos pacientes o los trombos y coágulos que pueden aparecer son otros ‘daños colaterales’ a la enfermedad… Tengo la impresión que son muchas las incógnitas pendientes de estudio, lo que impide valorar la verdadera dimensión de lo ocurrido así como su proyección sobre el futuro a medio plazo…

Por otro lado, llama la atención la falta de relatores y cronistas de este capítulo de nuestra historia. Conocemos el relato ‘oficial’ de boca del gobierno y opiniones diversas vertidas en las redes y por ello, carentes de objetividad y fiabilidad. Vivimos un tiempo donde la verdad, tantas veces construida sobre el descrédito de quienes la defienden, no arraiga y crece entrecomillada y sujeta a su propia ‘cuarentena’… Se supone que nos han mantenido informados pero ¿desde la verdad verdadera o desde la verdad sesgada que ‘conviene’ que creamos?. Los historiadores sabemos que las crónicas oficiales contienen una elevada carga de subjetividad por lo que deben ser contrastadas si queremos historiar con rigor científico. En este sentido la prensa y los medios audiovisuales constituyen fuentes de primera mano, de gran fiabilidad para la reconstrucción histórica, más allá de las documentales y archivísticas. Por este motivo han salido a la palestra algunos reporteros denunciando la trabas y la censura a la que ha estado sujetos y que han resultado, según dijeron, mucho más rígidas que cuando fueron enviados a territorios o países en guerra. En consecuencia un enorme vacío de fondos fotográficos se cierne sobre nuestra memoria histórica debido al impedirse su acceso a los hospitales a fin de mostrar la cara más real del coronavirus… Vivimos en una sociedad interconectada y visual, acostumbrada a inundar las redes con fotos y vídeos para mostrar a diestra y siniestra la vida personal en foros y espacios públicos, por eso no se entiende que el episodio más importante de nuestro siglo carezca de un archivo fotográfico prolijo y minucioso que lo documente, perpetuando y conservando el testimonio de sus actores principales para la memoria colectiva.

Estas podrían ser algunas de las caras ocultas de la pandemia…Estoy segura que los historiadores del futuro sabrán escudriñar la verdad y la sacarán a la luz…Aunque tal vez yo ya no esté para disfrutarlo…

3 comentarios sobre “Las caras ocultas de la pandemia…

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