En Navidad se celebra el nacimiento de Jesucristo. Se trata, por tanto, de una festividad marcada por la liturgia cristiana que, no obstante, hunde sus raíces en las fiestas paganas relacionadas con el Solsticio de invierno. Su celebración ha contado tradicionalmente con elementos propios, entre ellos la gastronomía, siempre presente en los menús navideños a lo largo de la Historia…

La mayor parte de las fiestas que celebramos hoy en día (Navidad, Carnaval, San Juan…) son muy antiguas y se remontan a la antigüedad y tienen un origen pagano, aunque fueron asimiladas por el cristianismo. Esto es así porque la Iglesia hacía coincidir sus propias fiestas con otras paganas a fin de imponer el cristianismo sobre las demás tradiciones…
Así fue como la Iglesia proclamó la festividad de la Navidad que incluyó vigilia, ayuno y abstinencia. Conviene recordar la importancia que siempre ha tenido el ‘cuerpo’ como origen del pecado, de ahí, el interés por la mortificación y el castigo físico a fin de someterlo y, por todo eso, podría decirse que la Navidad es una fiesta relacionada tanto con el cuerpo como con el espíritu. Desde sus orígenes el día anterior, es decir, el 24 de diciembre, todo buen cristiano estaba obligado a practicar ayuno y abstinencia antes de conmemorar el misterio acontecido en Belén. Por eso era de prever que la comida de la Nochebuena fuera frugal, ligera y escasa: verduras, huevos o pescado en pequeñas cantidades. No obstante, para sobrellevarlo mejor y no pasar tantas horas ayunando, estaba permitido realizar dos pequeños almuerzos o ‘colaciones’ al día que juntos, equivaliesen a una comida normal diaria. El 24 de diciembre se hacía la colación de vigilia de Navidad con una cena ligera, pero con el tiempo suficiente de por medio para vaciar el estómago las tres horas previas a asistir a la Misa de Gallo. El actual Derecho Canónico, contempla en el Canon 919/1, que antes de comulgar se debe observar ayuno al menos una hora antes…
Una vez acabada la misa las familias en sus casas podían degustar el resopón o segunda cena, de ahí el antiguo dicho: ‘a fuer de Nochebuena, la colación se hace cena’. Cena que en los hogares populares era a base de frutos secos y dulces mientras en los más pudientes se preparaban mesas exquisitas a base de carnes variadas (pavo, cerdo, ternera, pavo o caza) pescados (mariscos) verduras, dulces y de cuantos manjares se dispusiera. La Iglesia mantuvo el ayuno y abstinencia hasta 1966 aunque con anterioridad, quienes obtenían la Bula de Cruzada podían guardar la vigilia el sábado anterior a la fiesta y comer en Nochebuena a sus anchas… La Iglesia, como siempre, veló por el cumplimiento de lo establecido…Eso sí, es de suponer que las ‘bulas’ solo estuvieron al alcance de los grupos privilegiados ¿qué haría un pobre con una bula, sin tener apenas qué comer?
En los pueblos y ciudades del litoral se comía mariscos y pescados del mar. En el interior eran sustituidos por los de río -anguila, salmón, trucha-. Las viandas de las despensas siempre guardaron una estrecha relación con la geografía de los lugares aunque, con el tiempo, los medios de transporte facilitaron el traslado de algunos productos -pescado fresco y mariscos- que llegaron así hasta las familias que lo pudieran costear. De esta forma el besugo se impuso en las cenas madrileñas además de facilitar a todos los hogares una buena mesa (acorde a su estatus económico). Una celebración que ha ido cobrando mayor pujanza y tomado la delantera, dejando más atrás las raíces cristianas más presentes sólo en familias religiosas practicantes…
La mayoría de españoles cenamos en Nochebuena un menú a base de jamón, croquetas, huevo hilado, canapés variados, mariscos, sopa, caldo o consomé además de uno o dos segundos platos con carne y pescado, postres, turrón, diversos dulces, cava, café y algunos licores que varían según la zona así como la cantidad y calidad, comida que engullimos cinco veces en dos semanas (Nochebuena, Navidad, Noche Viaja, Año Nuevo y Reyes…) En fin, el equivalente a unos tres o cuatro kilos de más que los españoles ponemos de media durante estas fechas. y a restar con gimnasios, deportes y regímenes varios antes de la llegada del verano…De hecho ya están en internet algunas dietas para rebajar esos kilitos de más en 2021..
Respecto a los manjares tradicionales, el pavo y el capón rellenos fueron durante siglos el plato estrella de los banquetes navideños. Una vez pasada ‘la fase de ayuno y abstinencia’ se sacrificaban pollos, gallos, gansos, patos, gallinas o corderos muchos criados en casa así como todos los derivados de matanza del cerdo que solía coincidir con esta fecha.
Aristóteles en su obra Historia de los Animales o Historia animalium (s. IV a.C.) ya hablaba de los métodos de crianza del capón y la pularda (gallo y gallina castrados) a la que también fueron aficionados los romanos que, curiosamente, mantuvieron mucho tiempo en vigor la conocida Lex Faunia, 162 a. C, que prohibía comer pollos de sexo femenino por lo que usaron la castración para saltarse la ley…
La cría de capones exige una gran inversión de trabajo y dinero por eso siempre fue comida de ‘ricos’ mientras el pollo y la gallina fueron los productos más asequibles al pueblo. Las mejores mesas, las de los Reyes y nobles a lo largo de la Historia, subvencionaron los capones con las rentas percibidas procedentes del diezmo de la Iglesia…En pavo, propio en los ágapes del Día de Acción de Gracias, llegaron a nuestras mesas en tiempos de los conquistadores españoles cuando llegaron a México y se encontraron en Tenochtitlán con unas aves domésticas llamadas huexólotl, conocido por los españoles como ‘pavo de indias’…Los conquistadores comprendieron que se les abría un nuevo mercado, el del pavo, que en la actualidad goza de gran popularidad tanto su carne como sus derivados…
Un paseo por nuestra geografía desvelaría otra faceta de nuestra diversidad: la gastronomía navideña….Guisos, carnes, pescados, dulces exclusivos de estas fechas que conforman un corolario amplio y variado que pone de relieve el arraigo de esta fiestas que con el correr de los tiempos ha ido dejando de lado el carácter religioso para convertirse en una fiesta marcadamente pagana y consumista por excelencia. Un derroche para nuestros bolsillos y un exceso para nuestro cuerpos y disfrute que muchos tienen que paliar acudiendo a productos digestivos e infusiones que nos ayuden a digerir semejantes atracones…
Sin embargo, nuestros excesos parecerán mínimos si se comparan con los pantagruélicos menús que los monarcas y nobles medievales y modernos, disfrutaban. Si nuestras cenas y comidas les parecen copiosas, a ver qué opinión les merece el menú navideño que el cocinero mayor de don Felipe III, Francisco Martínez Montiño preparó el 24 de diciembre de 1610, según relata el cronista madrileño Diego San José:
Para la cena de Navidad de sus majestades, altezas reales y su excelencia el Duque de Lerma, señores de los Consejos, embajadores y dignidades eclesiásticas, prepararemos lo siguiente: capones asados, ánades al horno con salsa de membrillos, pollos con escarolas rellenas, empanadas inglesas, ternera asada con salsa de oruga, costrada de mollejas de ternera e higadillos, zorzales asados con sopas doradas, pastelones de membrillos y huevos mexidos, cabrito asado y mechado, empanada de liebre, pichones ahogados, platillos de aves a la tudesca, truchas frescas con tocino magro, empanadas de pavo en masa blanca, besugos frescos cocidos, negra, manjar blanco y buñuelos de viento…Postres: melones, uvas, limas verdes, pasas, almendras, orejones, camuesas, peras, aceitunas, queso, conservas y suplicaciones…
Sobre los vinos no consta que el cocinero dijera nada pero, a tenor del menú, es fácil imaginar su abundancia, cantidad y calidad…
En definitiva, en el conjunto de nuestras tradiciones, la mayoría de origen religioso, la Navidad puede ser la fiesta por antonomasia para mayores y niños. No podemos olvidar que este período culmina con la noche de Reyes, desde hace siglos convertida en una noche de magia, en la que los sueños de muchos niños se hacen realidad…Tal vez por todo esto nos resistimos tanto a dejarla de lado aunque la razón se una causa tan mayor como la pandemia…

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