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Si la historia no se equivoca, esta es doña Beatriz Cienfuego con quien he contraído un cierto compromiso y deber moral al adoptar, en calidad de préstamo, el ilustre nombre por el que se la conoce…
En la red se pueden encontrar diversas biografías aunque apenas imágenes por lo que no es seguro que esta colgada en internet y que utilizo prestada como icono, sea efectivamente ella. Historiadores y periodistas le han dedicado algunas páginas que recopilan fechas y datos sobre su lugar de nacimiento, su vida en la capital gaditana y su labor al frente del periódico. No obstante, es necesario ‘poner en cuarentena’ (nunca mejor dicho) algunas informaciones que carecer de rigor y, por tanto, de veracidad. Porque existe en la comunidad de historiadores un cierto debate sobre si su nombre fue real o un seudónimo tras el cual se ocultaba su verdadera identidad, sin descartar que fuera hombre o mujer. Por otro lado tampoco continúan siendo turbias las intenciones morales y política del periódico. Una polémica que permanece viva en la actualidad.
Respecto a la autoría, «el expediente de licencia que se halla en el Archivo Histórico Nacional, correspondiente a la segunda edición como libro de 1786, tramitado en Madrid, cita como autora a Beatriz Cienfuegos». Sin embargo, la única mujer en Cádiz con ese apellido, era María Cienfuego, nacida en Peranzales, localidad perteneciente al Reino de León, dato que se obtiene de la documentación tramitada para viajar a la ciudad de La Habana en 1785. La descripción de María y esta otra mujer leonesa, parecen coincidir, por lo que podría ser que la periodista estuviera afincada en Cádiz y perteneciera una de tantas familias montañesas allí instaladas y dedicadas al comercio colonial. En el Archivo de Indias (Sevilla), aparecen otras expedientes con viajes del mismo apellido como, por ejemplo, Francisca Antonia de Cienfuegos, que viaja a América desde Cádiz en 1721, aunque no pueden relacionarse las fechas descartan esa posibilidad. En fechas posteriores el Archivo desvela otras personas con el mismo apellido en la misma ciudad, razón que apostilla la hipótesis de que María Cienfuego hubiera vivido en Cádiz aunque fuera considerada gaditana de adopción.
Es un placer para una gaditana escribir sobre el Cádiz del siglo XVIII. Por aquel entonces una ciudad cosmopolita, lideraba el ranking de ciudades europeas junto con París. Sus más de 70.000 habitantes se aglutinaban en una urbe que reunía una población conformada por nativos y foráneos procedentes de muy diversos lugares, tanto nacionales como extranjeros. Tantos habitantes en un espacio físico pequeño, convertía a la metrópoli en un lugar cosmopolita, plural y caro. Una ciudad que reunió las dos caras de una misma moneda: los ricos y muy ricos en convivencia con los pobres y muy pobres. Prostitución, tráfico de esclavos, espectáculos…Cádiz contenía todos los ingredientes de una gran urbe…
Todo este esplendor se produce al paraguas de la Ilustración, el siglo de las Luces, de la razón y de la expansión del periodismo. Desde Gran Bretaña llegaron a España los influjos de una nueva prensa de opinión que criticaba las costumbres de la época. La sociedad española, la gaditana, respiraba nuevos aires que presagiaban un cierto aperturismo favorable a la inserción de la mujer en la vida pública así como se abría a la independencia de los matrimonios de conveniencia. Tras un siglo escaso desde que se iniciara el periodismo de ‘ gacetas’, la burguesía ilustrada del siglo XVIII se preparaba para comenzar una nueva etapa haciendo un periodismo que satisficiera a un público deseoso de leer sobre sus ideales culturales y políticos. Una lectura, por el momento, solo estaba al alcance de esta recién estrenada burguesía, pues el pueblo ‘mayoritariamente analfabeto, solo tenía acceso a almanaques y pronósticos’.
En el contexto y como reacción a El Pensador de Clavijo y Fajardo, Beatriz Cienfuegos creó en 1763 La Pensadora Gaditana, considerada una de las primeras publicaciones periódicas escritas por una mujer que comenzó a publicar sus ideas en forma de ‘pensamientos’, representando así, el nuevo ideal de mujer que «piensa con reflexión, amonesta con madurez y critica con chiste». Dicho periódico se publicó por primera vez el 12 de julio de 1763 en la Real Imprenta de Marina de Manuel Espinosa en Cádiz y se editó semanalmente entre julio de 1763 y julio de 1764, en 53 ediciones de 24 páginas. Estas publicaciones conocidas como Pensamientos, constituyeron críticas muy duras que la Cienfuegos realizaba a una sociedad que relegaba a la mujer a un segundo plano y solo por cuestión de género. La Pensadora apareció con voluntad contestataria, como réplica femenina al El Pensador, publicación homóloga madrileña, en la que el periodista Clavijo y Fajardo, escribía artículos cargados de ‘bilis y misoginia’.

Sus publicaciones se enmarcan en un «periodismo reflexivo y revisionista, más literario que noticioso y sometido a unas precarias vías de comunicación», poco preocupado por los resultados inmediatos, cuyo contenido era variado: la reforma de las costumbres, la frivolidad de las altas jerarquías, la falta de educación del pueblo, los prejuicios sociales y la defensa de los derechos de las mujeres. Algunas de las publicaciones, a tenor de los títulos, resultan atemporales «La afeminización de los hombres», «El descuido de los padres en corregir a sus hijos en la juventud», «El exceso de los gastos», «El uso de las modas» o «Los abusos de las procesiones y la Semana Santa»…Algunos asuntos parece que no han cambiado con el paso del tiempo…
No cabe duda que la señora Cienfuegos fue una mujer atrevida que vivió en una sociedad que aún no estaba a su altura y que no entendía sus reivindicaciones ni estaba preparada para asumir que una mujer pudiera expresarlas con tal contundencia. La pensadora aprovechó la reorganización de Carlos III «sobre tasaciones, precios de publicaciones e inquisición para favorecer el mundo editorial» que sufrió un retroceso con la posterior revolución francesa y la llegada al trono de Carlos IV. La colección de La Pensadora se encuentra actualmente entre los fondos de la fondos de la Biblioteca Nacional de España.
Otras publicaciones lideradas por mujeres fueron:


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