Las mujeres bajo el franquismo: la Sección Femenina…

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La Sección Femenina permanece en nuestras memorias ligada al franquismo. Nacida al calor del partido  Falange Española y, posteriormente, de FET de las JONS, se constituyó en Madrid en 1934​ y funcionó durante cuarenta años hasta que tras la muerte del general Franco, fue disuelta junto con el consiguiente desmontaje del régimen. En realidad el Servicio Social fue un invento del ‘régimen’ para divulgar e imponer  mediante el adoctrinamiento, el modelo de identidad femenina por entonces promovido desde todos los sectores sociales y desde el poder. El organismo se creó para educar, formar y tutelar’ a las mujeres. No nos engañemos, las consignas llegaban como un goteo constante y continuo para asegurar que calara hasta la raíz, hasta la médula, tal y como hizo en la mayoría de la población femenina de entonces de cuyos ecos aún resuenan determinados matices en la actualidad pues, según podemos comprobar,  algunas mujeres (algunas de sobreviven)  continúan encasilladas en ese modelo obsoleto que algunos se empeñan en resucitar…

La radio, el NODO, las películas, las revistas y la lecturas exclusivas para mujeres insistían machaconamente en el ideal de mujer española: cómo debía comportarse, cómo debían vestir, hablar y estar en la vida. El objetivo no era otro que crear el patrón y facilitar su reproducción en el seno de la familia para que circulara de madres a hijas de hijas a nietas… La Sección Femenina por su parte, fue imponiendo el modelo de mujer leal al Régimen, llegando a controlar incluso los aspectos más íntimos de la personalidad.

En 1939 la organización comenzó esta labor de inculcar y formar la ‘identidad nacional’ de las mujeres españolas. La historiadora Begoña Barrera insiste en la dimensión del adoctrinamiento que abarcaba todos los aspectos, influyendo, más bien impulsando, una tendencia concreta respecto a la construcción de las emociones, claramente condicionadas y determinadas por el género. Así la Sección Femenina propugnó un modelo de mujer abnegada, sumisa y dócil no sólo respecto al Régimen sino también a los hombres. Un modelo surgido -según Barrera- del autorrelato de la Guerra Civil pues conforme se fue avanzando nació la necesidad de plantearse cómo eran o cómo debían ser las mujeres falangistas a diferencia de aquellas otras que pertenecían al bando contrario, al de los vencidos… Así se forjó un ideal de mujer que perduró hasta 1977, basado en un canon o estilo emocional en el que primaba la renuncia, la entrega, el sacrificio y la alegría como emociones que debían primar en el denominado ‘sexo débil’. Por el contrario debían evitarse todas aquellas actitudes procedentes del malhumor o los celos. El discurso emocional las encasillaba como seres naturalmente predispuestos a lo sentimental, de ahí que la Sección Femenina ejerciera la función de educarlas para controlar la sentimentalidad…

El fin último no era otro que fabricar identidades femeninas adecuadas para que los hombres no se sintieran amenazados. Para ello, debían aprender a disimular su inteligencia e intelectualidad. A las mujer inteligente o interesadas en la vida intelectual, les resultaba difícil encontrar marido. Guardar silencio era una virtud esencial, evitando llamar la atención con los gestos o con determinados movimientos. Las mujeres debían sacrificarse y hacerlo con una sonrisa. Este fue uno de los cometidos de la Sección Femenina: preparar a las mujeres para ‘devolverlas al hogar’ y hacer felices a los esposos sin reproches ni quejas. Un patrón que, al tiempo, ayudó a desmontar ese otro que seguían las mujeres republicanas quienes reclamaban sus derechos. Las mujeres ‘rojas’ eran presentadas como la antítesis de lo que una mujer católica y fiel al régimen debería ser…Ideas que tuvieron un gran calado de cara a la construcción de imágenes estereotipas en las que volcar un odio irracional y sin fundamento…Imagen que la Sección Femenina reforzaba mediante diversos ‘contramodelos’ o espejos en los que las mujeres españolas no se debían mirarse: la mujer republicana, comunista o feminista enemigas, en sentido literal, del Régimen. Estas mujeres, según Barrera, representaban la cara opuesta al ser «intelectuales, pasionales, con poca gracia, sin dotes maternales, no obedientes, gritonas y, además, feas».

No obstante, hubo también excepciones, como Pilar Primo de Ribera  quien junto a otras mujeres desempeñaron cargos relevantes al frente de la Sección Femenina. Ellas resultaban la paradoja de todo el discurso, lo que se justificó por su pertenencia a las élites sociales y por la labor que realizaron pues, sin duda, ‘alguien’ tenía que hacerla…

Aquel ‘servicio social’ nunca formó parte de la vida laboral a efectos de contar para la jubilación. Según ha publicado hoy el periódico El País, «El Tribunal Supremo ha reconocido por primera vez el derecho de una mujer a computar para acceder a la jubilación anticipada el tiempo que invirtió en hacer el Servicio Social femenino del franquismo, igual que el servicio militar o la prestación social sustitutoria computa para los hombres. La decisión de la Sala de lo Social colma una reivindicación histórica de colectivos de mujeres, que consideraban discriminatorio que las mujeres no pudieran computar el servicio social para alcanzar el periodo mínimo de cotización exigido para la jubilación anticipada»