
Nadie hubiera apostado por aquella niña pobre que vivía junto a su familia en el gueto judío de Kaunas, actual Lituania. Ignorada por su madre y golpeada sin piedad por su padre, ambos progenitores se negaron a que estudiara a pesar de ser una alumna brillante. A los 13 años trabajaba en una fábrica de corsés y soñó formar una cooperativa, empresa que no fue posible por ser mujer. Fue maltratada por sus jefes e, incluso, la intentaron violar. Todas estas circunstancias y el matrimonio que la obligaban a contraer decidieron su emigración a New York junto a sus dos hermanas y cinco dólares en el bolsillo…
En la gran ciudad comenzó a trabajar como costurera, trabajando más de diez horas en condiciones no mucho mejores que en Rusia. Así conoció a otro inmigrante, Jacob Kershner, con quien creyó compartir el amor por los libros. Cuatro meses se casaron. Pero Emma sufrió una gran desilusión pues su marido resultó ser impotente y un empedernido jugador de cartas…
Conforme pasaba el tiempo aumentaba el interés de Emma por las cuestiones sociales y políticas en un contexto de gran agitación social. El 1 de mayo de 1886, los obreros de la fábrica McCormick de Chicago, se declararon en huelga para exigir una jornada de ocho horas. Tras tres días de enfrentamientos se produjo el estallido de una bomba que causó cuatro muertos. Muertes de las que responsabilizaron a los organizadores de congreso anarquista celebrado en Pittsburgh y que condenaron a la horca. Este suceso dio origen a la celebración del Día del Trabajo y movió los cimientos de Goldman, que se comprometió desde ese día a luchar por un cambio social. Al poco tiempo se divorció tras menos de un año de matrimonio. Sus padres la echaron de casa pero lo más interesante de su vida estaba por venir…
Poco tiempo después conoció al que sería el hombre de su vida,Alexander Berkman. Unidos por el atractivo físico y los ideales se hicieron amantes aunque desgraciadamente, los sucesos en los que se vieron envueltos los separasen pues poco tiempo después él acabó en la cárcel y ella subida a una tarima dando voz a la gran oradora que llevaba dentro.

A las reivindicaciones sociales y políticas pronto se unieron los intereses feministas: «Exijo la independencia de la mujer, su derecho a mantenerse a sí misma, vivir para ella, amar a quien le plazca, o a tantos como le plazca. Exijo libertad para ambos sexos, libertad en la acción, en el amor, en la maternidad», declaró. Su discurso se endureció durante la recesión de finales del XIX, lo que le valió un año en la cárcel, tiempo durante el cual se formó como enfermera. Pero el suceso que la hizo célebre, muy a su pesar, fue el atentado que acabó con la vida del presidente de los Estados Unidos William McKinley. Su asesino, un enfermo mental que le disparó dos veces, afirmó que la inspiración le había llegado tras escuchar uno de los discursos de Goldman…
La mujer, según el FBI más peligrosa del mundo, amaba y luchaba por la justicia social con la misma pasión que adoraba la ópera, la literatura, la música, la pintura y también el sexo, sin comprender que para hacer efectiva su lucha tuviera que renunciar a algo. Goldman era consciente del cuestionamiento social al que las mujeres estaban sometidas por eso apostó por la emancipación y la libertad sexual: «Exijo la independencia de la mujer, su derecho a mantenerse a sí misma, vivir para ella, amar a quien le plazca, o a tantos como le plazca. Exijo libertad para ambos sexos, libertad en la acción, en el amor, en la maternidad» –defendía-.
En 1908 se enamoró de Ben Reitman, un vagabundo diez años más joven que acabó estudiando medicina y dedicándose, como ella, a tratar a los pobres. Durante esta etapa impartió 120 conferencias en 37 ciudades. Con Reitman como agente, su discurso llegaba a más público y también atraía a la policía. Por este tiempo se unió a Margaret Sanger, la mujer que acuñó el término «control de la natalidad» y en 1916 fue arrestada dos semanas por dar una charla sobre el uso de anticonceptivos. Luchó y defendió la homosexualidad y se manifestó contra el reclutamiento en EE.UU durante la Primera Guerra Mundial…
Tres décadas después de llegar a Estados Unidos fue deportada. Por entonces en Rusia los zares habían sido derrotados y deportados por los bolcheviques, quienes pretendiendo devolver al pueblo ruso su dignidad solo consiguieron cambiar el nombre de los opresores.
Para evitar la deportación se casó en1925 con el escoces James Colton consiguiendo así la ciudadanía británica. En 1936 Berkman se suicidó, lo que supuso para ella un gran golpe. Goldman había mantenido múltiples relaciones sentimentales, incluso algunas de manera simultanea; la última con Frank Heiner, un sociólogo de la Universidad de Chicago 30 años menor que ella, pero Berkman había sido más que un amante, había sido su compañero de fatigas. El 8 de mayo de 1940 sufrió un derrame cerebral y el 14 de mayo murió en Toronto, a los 70 años.
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