
Dice nuestro sabio refranero: ‘Cada cosa a su tiempo… Y un tiempo para cada cosa’ Cito este dicho porque la idea que subyace me sirve como analogía para subrayar otra preliminar sobre el escritor portugués José Saramago y su tardía incorporación al mundo de la literatura. Tardía pero prolífica y hasta Premio Nobel que cuenta en su haber con más de 50 libros, algunos póstumos. Nacido en 1922 escribió su primera novela en 1947 pero no despegó hasta la década de los 80 cuando se publicó Levantado del suelo. Tenía Saramago 52 años. A veces una se pregunta por qué tardamos tanto en tomar las decisiones acertadas que, con frecuencia, ya se han intuido. Puede que sea porque, efectivamente, ‘cada cosa tiene su tiempo’ expresión que, dicho sea de paso, tiene su origen en el diálogo de La Pícara Justina (I 63) escrita en el siglo XVII y atribuida a Francisco López de Úbeda. La obra es una novela picaresca cuya genialidad reside en colocar a una mujer -Justina- como protagonista principal…En fin la paremia procede de fuentes orales de ahí que se haya agregado la segunda parte, una coletilla añadida a consecuencia del boca a boca…
«Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, Ciegos que ven, ciegos que , viendo, no ven…» Así escribió Saramago en su Ensayo sobre la ceguera, una novela de ficción (que ahora se nos presenta a modo de ‘profecía’) en la que diserta sobre la respuesta social ante una epidemia de ‘ceguera blanca…’. Decía Saramago que escribir era como ‘componer música’. Por eso su escritura contiene musicalidad y por eso su mujer y traductora, Pilar del Río, afirma que sus obras tendrían que leerse en ‘voz alta’. Cualquiera que le haya leído habrá observado la ausencia de signos de puntuación, cosa que hacía con toda intencionalidad a fin de obligar al lector a leer de manera activa para «que construya el texto gracias a esa voz que debe estar escuchando» tal como sucede cuando leemos, que nos oímos a nosotros mismos. Esta ausencia de puntos y comas primero desconcierta pero enseguida la lectura fluye deliciosa, apetecible e incansable…
En el Ensayo sobre la ceguera el autor crea una situación ficticia para alertar sobre «la responsabilidad de tener ojos cuando otros los perdieron». Saramago es un sujeto axiológico y político, producto de su tiempo, circunstancias, entorno y su propio contexto. Merece recordar que antes que escritor fue mecánico, cerrajero y administrador del Seguro Social estatus que mantuvo en su memoria cuando se convirtió en un renombrado y prestigioso escritor, condiciones que permean sus obras…En el Ensayo Saramago retrata una sociedad tan ‘podrida y desencajada’ como profundamente egoísta, afectada por una ceguera que trasciende el significado físico y literal del término. Sus personajes, sin nombres, adquieren su identidad y se reconocen a medida que el lector descubre sus personalidades a través de la descripción que el narrador hace de cada uno de ellos: seis personajes anónimos y una heroína al frente, la única que no perdió la vista ni la ‘visión…’ La ceguera repentina e inexplicable causan el pánico y destrozan el orden social mientras el gobierno intenta afrontar la enfermedad, detener el contagio y mantener el control imponiendo medidas tan represivas como ineptas, un argumento que, a todas luces, convierten a Saramago en un visionario que anticipó con su ficción la realidad de la actual pandemia…
Corren tiempos difíciles para el conjunto de la sociedad y una cierto halo de escepticismo corre el peligro de instalarse sobre nuestras cabezas. Debemos confiar en la comunidad científica a pesar de las supuestas presiones de los poderes económicos…La gobernanza del país es complicada, nada fácil decidir, no puedo ni quiero imaginarlo pero les tocó y, personalmente, veo más intereses partidistas que ganas de arrimar el hombro, mucho político inepto con ganas de protagonismo, escaso liderazgo y ‘poderes’ detrás del ‘poder’ moviendo los hilos interesadamente… Y es que «no hay peor ceguera que la mental que hace que no reconozcamos lo que tenemos delante»
Lo dicho, es un buen momento para releer el Ensayo y reflexionar desde la ficción sobre la realidad que nos tocó vivir…

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